LA EVOLUCIÓN DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS
- aatanasio
- 21 abr 2016
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La intención de los juegos olímpicos es simplemente la intención de fomentar el desarrollo de la humanidad a través del deporte y del esfuerzo, y rescatar el espíritu olímpico de la antigüedad. Pero poco a poco, esta intención se vio afectada por los intereses de muchos de los países participantes (nacionalismo, reclamaciones políticas, sociales y económicas…). La intención de estos juegos la propuso el barón Pierre de Coubertin (historiador y pedagogo), y evidentemente su propósito era fomentar el deporte como herramienta de cohesión y desarrollo personal, pero por otro lado, creía que la derrota frente a Alemania en 1871 se había producido por la falta de preparación física de las tropas francesas, y por lo tanto, insitió en la necesidad de que la población francesa empezase a practicar deporte, y de esta forma acabar con la desventaja que tenían frente a las tropas enemigas.
La primera edición de los juegos (Atenas, 1898) fue todo un éxito, por el simple hecho de conseguir juntar a 14 países de 3 continentes distintos. Pero poco a poco ese espíritu olímpico se iría perdiendo, ya que los países participantes aprovechaban la cita olímpica para orientar sus políticas exteriores o económicas.
A partir del año 1912, la celebración de los juegos sufrió un parón provocado por la Primera Guerra Mundial. Países como Alemania no fueron invitados a los posteriores juegos, y Hitler, en el año 1936 organizó unos jugos en Berlín para demostrar que Alemania había renacido de sus cenizas.
Los primeros juegos olímpicos ya empezaron con una guerra, la del Imperio Otomano con Grecia debido a su expansionismo heleno. Este hecho de mantener una guerra durante la celebración de los juegos iba a ser algo habitual en las celebraciones posteriores del siglo XX.
Las dos siguientes ediciones, programadas para 1940 y 1944, no fueron celebradas al encontrarse medio planeta en plena guerra.
El triunfo en Helsinki se lo llevó Estados Unidos con 46 medallas de oro, seguido de la URSS con 22, que participaba por primera vez en unos Juegos Olímpicos. Las siguientes ediciones seguirían marcadas por la competencia estadounidense y soviética en el podio.
Llegó un momento en el que los juegos ya no eran un mero evento deportivo o una herramienta para muchos países; se habían convertido en un gigantesco negocio para todos los paises del mundo.
La competencia había muerto con Guerra Fría. Ahora, el poderío nacional se demostraba organizando unos juegos a la perfección, mostrando al mundo – cientos de millones de espectadores e inversores – lo moderno y próspero que era la ciudad candidata y el país por extensión. Pero de alguna manera había que conseguir que los Juegos tuviesen un impacto económico positivo a largo plazo o que al menos su organización fuese rentable para la ciudad. La cita angelina en 1984 tomó buena nota de la catástrofe económica de Montreal, y planteó unos Juegos austeros, reutilizando instalaciones ya construidas. El resultado fueron casi 200 millones de dólares de beneficios.
Sin embargo, el modelo de Juegos Olímpicos rentables, exitosos y con un impacto positivo en la ciudad lo crearía la candidatura de Barcelona ’92. Su logro, referencia en casi todas las candidaturas posteriores, se basó en tres aspectos: implicación de todos los actores políticos, gobierno central, gobierno autonómico y local.
En la actualidad, los Juegos Olímpicos casi se puede decir que se compran; pero no se compran por la ciudad candidata, sino que son los poderes económicos los que acaban dirigiendo los votos hacia una candidatura u otra. La explicación es sencilla: en los tiempos recientes, la candidatura que más oportunidades de negocio genera es la que más probabilidades tiene de acabar alojando la llama olímpica.
Constructoras, empresas de publicidad, de aparatos electrónicos, de bebidas o empresas financieras son algunos de los sectores que con más ahínco presionan para conseguir que la ciudad escogida sea la más acorde a sus intereses. El deporte hace mucho tiempo que dejó de ser exclusivamente deporte, y los Juegos Olímpicos, su máxima expresión, no iban a ser menos.

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